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Día Nacional del Agua: un llamado a la acción

En 1973 se instituyó esta fecha para despertar conciencia colectiva sobre la importancia, el uso y aprovechamiento de los recursos hídricos del país. También es un llamado a la acción en pos del manejo integrado del agua en Argentina. Docentes de la Facultad de Ciencias Agrarias nos brindan información de interés sobre el agua en Mendoza, desde las miradas medioambiental y productiva.

imagen Día Nacional del Agua: un llamado a la acción

Se trata de uno de los recursos naturales más imprescindibles y vulnerados del mundo. Su estado actual es crítico. Tan sólo un 3% del agua disponible en el planeta es dulce y apta para el consumo. 

Sobre el Día Nacional

El 31 de marzo de 1963, como resultado de la celebración del 25 aniversario de la Dirección General de Hidráulica de la provincia de Córdoba, se constituyó el Primer Congreso Nacional del Agua, que aprobó la iniciativa de establecer el 31 de marzo como el Día Nacional del Agua. Pero fue luego, en 1970, que este día tomó relevancia a través de una resolución nacional (Nº 1630/70) dictada por el entonces Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Nación. Finalmente, el 30 de marzo de 1973, por Decreto del poder ejecutivo Nº 2481/73, se instituyó la fecha 31 de Marzo como “Día Nacional del Agua” a pedido del Comité Permanente de los Congresos Nacionales del Agua.

El objetivo de dicha celebración se remite a un despertar de la conciencia colectiva sobre la importancia, el uso y aprovechamiento de los recursos hídricos del país, ya que el agua es uno de los recursos más importantes para la humanidad: sólo el 3% del agua del mundo es dulce, es decir, apta para el consumo. 

El agua es un recurso frágil y vulnerable, pero por sobre todas las cosas, es uno de los más limitados y de mayor degradación. Por lo que, en consecuencia, su obtención es cada vez más costosa. Su estado crítico actual pone en riesgo la supervivencia de todo el planeta.

En nuestro país, las grandes represas de agua dulce (diques, embalses, etc.) tienen muchas y diferentes funciones, como proveer agua para el consumo humano, animal e industrial, transformar los desiertos en áreas cultivables, atenuar los riesgos producidos por las crecidas, generar energía hidroeléctrica -limpia y renovable- y promover el turismo mediante su uso recreativo, entre otras funciones.

Poco más del 70% del planeta está cubierto por agua. Pero, dentro de ese porcentaje, más del 97% está conformado por agua salada proveniente de los océanos. Es decir, que tan sólo el 3% del total del agua disponible en el mundo es agua dulce, potable y consumible. Debido a esto, es fundamental su uso consciente y racionalizado para garantizar el futuro de la humanidad y el globo. 

Argentina es un país heterogéneo en cuanto a la disponibilidad y la demanda de sus recursos hídricos. Este día en nuestro país busca concientizar sobre la grandísima importancia del agua, promover un consumo racional y responsable y un aprovechamiento equilibrado de la misma para evitar su deterioro. Para esto, es necesaria una participación amplia e integral de todos los sectores de la sociedad, para compatibilizar los intereses generales, regionales y sectoriales y promover una apropiada legislación, gestión y ejecución de medidas estructurales y no estructurales y su permanente actualización según sea requerido.


El agua y la producción en Mendoza: un poco de historia

Gentileza: Prof. Emilio Rearte. Ingeniero Agrónomo, Profesor Titular de la Cátedra de Hidrología Agrícola, de la carrera Ingeniería Agronómica, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO. 

Mendoza se encuentra en una zona árida de “riego integral”, esto significa que por lo escaso de las precipitaciones, es indispensable el riego para poder producir. Por este motivo es tan importante para Mendoza el agua de riego.

El agua tiene múltiples usos: abastecimiento poblacional, riego agrícola, uso industrial, generación de energía hidroeléctrica y también es muy importante para el turismo.

Cabe destacar que el mayor uso lo realiza el sector agrícola consumiendo un 85% del agua dulce disponible.

En nuestra provincia sólo se cultiva el 2,5% de la superficie, debido a la disponibilidad de agua. Por este motivo se hacen grandes esfuerzos para mejorar las eficiencias de uso del agua en la agricultura y se realizan grandes inversiones en impermeabilización de canales para evitar pérdidas en la distribución del agua.

El Departamento General de Irrigación, el INTA y la Facultad de Ciencias Agrarias, realizan estudios para transferir al productor conocimientos para mejorar las eficiencias a nivel parcelario. De todos modos todavía hay mucho que trabajar en este sentido.

Es importante indicar que en Mendoza AYSAN trata los efluentes cloacales en Campo Espejo, Paramillos y también en San Martín, Tunuyán, Luján de Cuyo  y San Rafael y se riegan 10.000 hectáreas, ayudando a aumentar la superficie cultivada.

Pero para comprender la gran importancia que siempre ha tenido el agua en Mendoza resulta fundamental conocer algo de su historia en nuestra provincia. La historia de la Provincia de Mendoza está íntimamente ligada al uso del agua.

Si se recorre la Provincia de norte a sur, se puede observar que el territorio está surcado por cinco ríos. Estos son: Mendoza, el Tunuyán, el Diamante, el Atuel, el Malargüe con y el Colorado formado por dos grandes ríos, el Grande y el Barrancas. 

La población Huarpe, se encontraba diseminada en grupos de 100 a 150 personas asentadas a la vera de canales, de los que derivaban agua con la que cultivaban vegetales. Estas acequias o canales, que ya existían cuando llegaron los conquistadores, eran derivadas del actual Canal Guaymallén. Esta habilidad de usar el agua con fines de riego y el cultivo de la tierra habría sido perfeccionada por los Incas, los que tenían en Mendoza el límite ms lejano de su imperio.

Entre 1574 y 1605 las autoridades entregaron parcelas regadas para «sembrar y plantar» , llegándose a cultivar ya en ese momento unas 50 has regadas. Lamentablemente la violación de las normas de riego era muy frecuente por lo que la autoridad se vio en la necesidad de legislar al respecto y crear en el año 1603 la Alcaldía de Aguas. El Alcalde de aguas tenía la obligación de repartir y cuidar la distribución del recurso para evitar los robos y las tomas clandestinas, muy comunes en ese momento.

A la llegada de San Martín (1814) como Gobernador de la Región de Cuyo, existían en Mendoza varios molinos movidos por el agua, lo que le hizo pensar al General en la conveniencia de aprovechar esta fuerza en la preparación de elementos bélicos.

En 1821, durante el gobierno de Don Tomás Godoy Cruz, el hacendado Pedro Molina inició por su cuenta la construcción del Canal Chachingo, derivando las aguas de la margen izquierda del Río Mendoza. Al poco tiempo esta iniciativa fue imitada por el Sr. Pescara quien construye una toma similar aguas arriba.

Debido a la llegada de inmigrantes a la provincia, se comienza a ampliar la extensión de cultivos y surgen nuevos problemas sobre derechos de aguas, es por eso que en 1884 se dicta la primera ley de aguas de la provincia y se crea el Departamento General de Aguas.

Todo el mundo comienza a derivar el agua de cualquier lugar, lo importante es cultivar el pedazo de tierra que ha conseguido. Esta situación se mantiene hasta que en el año 1884 el Gobernador Rufino Ortega le encarga al Dr. Manuel Bermejo la redacción de una ley de aguas para poner orden. 

Es así como el 16 de diciembre de 1884 el Ministro General de la Provincia, Dr. Bermejo, pone en vigencia la primera ley de aguas de la Provincia y del país, ley que sigue rigiendo los destinos del uso local del agua. En esta misma ley se incorpora como responsable del manejo del recurso al Departamento General de Aguas, actual Departamento de Irrigación; sin lugar a dudas el hecho más trascendente de la historia hídrica de Mendoza. Este organismo permitió el crecimiento ordenado de las tierras de cultivo y del agua, lo que a su vez consolidó la estructura de los oasis provinciales.

En 1887 al asumir como Gobernador de la provincia el Señor Rufino Ortega, su primer pensamiento fue poner orden en el uso del agua de riego. En 1888 le solicita al ministro de Obras Públicas de la Nación. Ing. Guillermo Villanueva que busque un ingeniero experimentado para que construya un dique en el Río Mendoza. El Ing. Villanueva contrata al Ing. Cipolletti quien se pone en funciones para el estudio de la derivación del agua en el río más importante de la Provincia.

El gobierno de la Provincia contrata, para la realización de las obras del dique de Luján, a los hermanos Clark, ingenieros ingleses. De esta forma el primer dique derivador de la Provincia es librado al servicio el 15 de diciembre de 1889. Esta etapa es muy importante ya que este momento marca el inicio del período de ordenamiento en la administración del agua y en el cual se construyen las más importantes obras hidráulicas de Mendoza.

El incremento de la producción industrial durante las décadas de 1930 y 1940, demandan mayor cantidad de energía eléctrica, es por eso que se construye el dique El Nihuil en el río Atuel y el dique Agua del Toro en el río Diamante.

 


Situación de los recursos hídricos, con énfasis en la provincia de Mendoza

Gentileza del Prof. Alejadro Drovandi. Ingeniero Agrónomo, con posgrado en Ciencias Ambientales. Docente adjunto de la Cátedra de Tecnología Ambiental, de la carrera de Ingeniería en Recursos Naturales Renovables, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO.

A diferencia del resto de los planetas del Sistema Solar, en la Tierra existe una capa de agua líquida que cubre gran parte de su superficie. Sin embargo, puede decirse que el agua dulce disponible “fácilmente” constituye solamente el 1% del total de los recursos hídricos del planeta.

Las propiedades del agua son muy importantes para la vida. De hecho, las células de nuestros cuerpos están llenas de agua. Un dato que puede resultar curioso es el que marca que el cuerpo humano está compuesto, en promedio de sus diferentes partes, por alrededor de un 75% de agua.

Al analizar la interacción hombre-agua, es posible afirmar que la supervivencia de la humanidad depende del agua suministrada por el gigantesco sistema de destilación de la naturaleza, activado por la energía solar. A partir de dicha fuente de energía se genera lo que se conoce como “ciclo hidrológico”, en el cual se producen, de manera cíclica, fenómenos de evaporación, precipitación, escorrentía e infiltración de agua. Esto se repite una y otra vez indefinidamente.

Sin embargo, el ser humano se encarga de alterar, a veces severamente, esa interacción, a través de: (i) la utilización no siempre racional o eficiente del recurso; (ii) las diferencia de escalas entre el sistema natural y el social; y (iii) las crecientes exigencias de la sociedad contemporánea. El resultado de ello, es un agotamiento acelerado y la degradación de la calidad del agua.

Para poder observar “el lado oscuro del tema del agua”, baste mencionar algunas cifras de la OMS/UNICEF (2019) las que indican que hoy en día 1 de cada 3 personas o 2,2 mil millones de personas en todo el mundo, carecen de agua potable; también se afirma que más de la mitad de la población mundial, o 4,2 mil millones de personas, carecen de saneamiento adecuado; que a nivel mundial, por lo menos 2 mil millones de personas utilizan una fuente de agua potable contaminada con heces, o que 297.000 niños menores de 5 años (más de 800 cada día) mueren anualmente por enfermedades diarreicas debido al saneamiento deficiente, la falta de higiene, o la falta de agua potable.

En el otro extremo se menciona el consumo de agua por persona en los países desarrollados, que alcanza los 300 litros/persona/día, frente a los 80 que recomienda la OMS.

Por su parte, en Argentina, el consumo medio a nivel nacional es del orden de los 180 litros/habitante/día, superando el promedio recomendado por la OMS. Sin embargo, existen en el interior de nuestro país grandes diferencias regionales respecto del acceso al agua potable.

Así en Mendoza, curiosamente, se consumen en promedio más de 400 litros/persona/día. Es aún más llamativa la cifra si se considera que se está hablando de una provincia en la que los recursos hídricos son muy escasos. La cifra incluye ineficiencias (posiblemente importantes) en la conducción del agua a los domicilios, lo cual no disminuye el impacto de dicho consumo.

La realidad de nuestro país muestra que la diversidad biológica y hasta social que se presentan en las diferentes regiones que lo conforman, responden en buena medida a una dispar distribución de las precipitaciones. Dentro del marco nacional, la Provincia de Mendoza se ubica en la llamada “diagonal árida”, que comprende aquellos territorios con precipitaciones anuales de 0 a 500 mm. Los valores promedio en Mendoza son de aproximadamente 250 mm.

El clima árido se extiende por toda la región oeste o precordillerana, y además en la denominada estepa patagónica. Se caracteriza por las bajas precipitaciones, que dotan al paisaje de escasa vegetación de tipo xerófila, y de una importante amplitud térmica.

Sin entrar en temas por demás conocidos, como el de las bajas precipitaciones o de la constitución de los oasis productivos, es oportuno realizar un rápido análisis de la situación mendocina en relación con la problemática del agua.

Primeramente, se hace ineludible mencionar los efectos del cambio climático en la región, con consecuencias ya severas en la agricultura bajo riego, mientras que en un horizonte no muy lejano sus efectos negativos parecen cernirse también en relación con el agua de abastecimiento de las poblaciones. Tanto en un caso como en el otro, se vislumbra la necesidad de realizar importantes inversiones para mejorar el uso del recurso.

A su vez, es cada vez más frecuente la problemática de la contaminación del recurso hídrico, desde la industria, la agricultura, las actividades petroleras, etc., constituyendo todas ellas fuentes relevantes que promueven el ingreso a los sistemas hídricos de sustancias varias que desmejoran la calidad del recurso, disminuyendo su disponibilidad para los usos deseados por la sociedad.

Hasta acá lo relacionado con el agua superficial. Sin embargo, existen, además, recursos hídricos “invisibles” constituidos por las aguas subterráneas.

Se menciona que el paisaje de la provincia está integrado por dos grandes regiones físicas de relieves muy distintos: un área elevada de montañas y serranías situada al poniente y otra de escaso relieve, que constituye el área llana oriental. La primera de ellas está representada por la Cordillera de los Andes. La segunda, también desarrollada a lo largo de todo el territorio provincial de norte a sur, es denominada Llanura de la Travesía. 

En ese contexto se encuentran cinco cuencas hidrográficas pertenecientes a otros tantos ríos de curso permanente, cuyo devenir dio origen a cuatro cuencas hidrogeológicas. Ellas son: (i) la cuenca de los ríos Mendoza y Tunuyán Inferior, también llamada cuenca Norte o, simplemente, Zona Norte; (ii) la cuenca del Río Tunuyán Superior, también llamada cuenca Centro, Zona Centro o Valle de Uco; (iii) la cuenca de los ríos Diamante y Atuel, también llamada cuenca Sur o Zona Sur; y (iv) la cuenca del Río Malargüe o de los ríos Atuel, Salado y Malargüe.

Mendoza cuenta con acuíferos muy importantes, los que están disponibles para extraer el agua de los mismos, siempre con los cuidados dados por la gestión sostenible del recurso.

Es importante, en este sentido, mencionar que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la resolución por la que el 22 de marzo de cada año fue declarado Día Mundial del Agua, siendo 1993 el primer año de celebración. Este día 22 de marzo de 2022 se dedica a las aguas subterráneas bajo el lema “hacer visible lo invisible”. Ello deja en claro la preocupación, desde ese alto organismo mundial, en promover la utilización adecuada de ese recurso aparentemente invisible que constituyen las aguas subterráneas.

Puede decirse que habría muchos más temas que comentar acerca del agua, particularmente en Mendoza, pero para terminar este artículo con un comentario positivo, y de entre las muchas medidas para la gestión sostenible del recurso hídrico, se hará aquí mención a una que está tomando fuerza en los últimos tiempos, como es el reúso de aguas residuales tratadas.

Es sabido a qué se le llama “aguas residuales urbanas”. Entre ellas están las aguas domiciliarias, que es lo que más conocemos, pero también hay aguas industriales, comerciales e institucionales, como es el caso de escuelas, hospitales, etc. Todas estas aguas residuales urbanas se conectan a la red local y llegan a la instancia de tratamiento en lo que se denominan “plantas depuradoras”.

En Mendoza existen 42 plantas depuradoras, tratándose allí unos 362 mil metros cúbicos diarios. Para tener una idea del porcentaje de líquidos tratados, estamos hablando de una cifra algo inferior al 9% de lo que aporta el Río Mendoza en años normales. Si en cambio se tienen en cuenta años con menores volúmenes, la cifra alcanzaría al 11% o 12% de lo que aporta el Río Mendoza. Ello quiere decir que se trata de un volumen limitado, teniendo en cuenta la disponibilidad total de agua superficial. Sin embargo, debido a que la demanda de agua es cada vez es mayor y que recibe cada vez mayor presión, al efluente se lo considera realmente como un recurso, más que como un desecho, y un recurso interesante de ser aprovechado.

Estos líquidos residuales tratados son conducidos a áreas de cultivo denominadas Áreas de Cultivo Restringidos Especiales (conocidos como ACRE) Así se logra que el agua tratada llegue a la parcela agrícola sin sobrantes, permitiendo que una parte de la misma vaya a evapotranspirar en los cultivos, mientras que el resto infiltra. 

Con esta propuesta se logra que, en vez de hablar de un problema, estemos posibilitando aprovechar un recurso y realizar así una “fertirrigación”. Ello es así, ya que la dotación de agua para riego contiene valiosos nutrientes de los cultivos, en particular urea. Por supuesto que el manejo de esos líquidos tratados en las propiedades agrícolas debe realizarse utilizando elementos de protección para los operarios.

Esta síntesis de temas de agua a nivel mundial y nacional, pero sobre todo a nivel de la Provincia de Mendoza, no ha pretendido ser exhaustiva; se ha buscado mostrar algunos elementos básicos de temas relacionados al agua, esperando que lo aquí presentado sea un incentivo para profundizar en ellos, y sobre todo que sirva como un llamado a la acción, a fin de superar los conflictos presentados, en pos del manejo integrado del recurso hídrico.

 

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