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Área de Derechos Humanos

La Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo, por Resolución Nº 144/2024, en su compromiso con la construcción de una sociedad más justa, equitativa y respetuosa de los derechos fundamentales, creó el Área de Derechos Humanos. Este espacio tiene como propósito central la promoción, protección y defensa de los derechos humanos dentro de la comunidad educativa y en su interacción con la sociedad.

Objetivo General

  • Fomentar una cultura en derechos humanos en la comunidad educativa de la Facultad de Ciencias Agrarias y en la sociedad en general, contribuyendo así a la construcción de una sociedad más justa, equitativa y respetuosa de los derechos humanos.

Objetivos Específicos

  • Garantizar la defensa, promoción y protección de los derechos humanos en el ámbito de la facultad.
  • Reafirmar la dimensión de Memoria, Verdad y Justicia como pilares fundamentales de la identidad institucional y nacional.
  • Promover los derechos humanos en relación con el ambiente y la alimentación, reconociendo su importancia en el desarrollo sostenible y la justicia social.
  • Impulsar la reflexión crítica sobre los derechos humanos, reconociéndolos como base ética de la vida universitaria y fundamento para la construcción de relaciones democráticas, inclusivas, igualitarias y plurales.

El Área de Derechos Humanos se propone como un espacio de encuentro, formación y acción para toda la comunidad de la Facultad de Ciencias Agrarias, fortaleciendo el compromiso universitario con la promoción de una cultura basada en el respeto y la dignidad de todas las personas.

Plaza - Jardín en el Espacio de los Derechos Humanos por la Memoria, Verdad y Justicia

Ubicado en los Jardines de la Facultad de Ciencias Agrarias

En la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO, creemos que una universidad comprometida con los derechos humanos no puede limitarse a las aulas: necesita espacios simbólicos y reales, donde la memoria se cultive, se preserve y se expanda con cada generación. 

Es por esto que, desde 2019, contamos con un lugar paradigmático en nuestros jardines: el Espacio de Flora Nativa por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

“Pensar a la memoria como un acto vivo requiere entenderla como un acto dinámico. Como un camino, a veces tranquilo y a veces sinuoso, con lugar para las pausas y para el movimiento.

Esta dualidad está marcada y contrastada por el frente y el dorso del mural. Por esto planteamos un espacio que refuerce estas ideas, marcando un recorrido que comienza desde las aulas, atraviese la flora nativa y permita rodear al mural.

En el dorso la obra nos invita al movimiento, mientras que el espacio plantea una pausa en el recorrido. Un Jardín, donde se siembra un encuentro entre pasado y presente. Un momento de reflexión y contemplación a los rostros desaparecidos.

Un abrazo a la cicatriz que nos une”.

La elección de flora nativa mendocina —y, en especial, de los algarrobos como símbolo de resistencia ante la adversidad— nos conecta con nuestro territorio, con la tierra y con lo que somos. Cada ejemplar plantado recuerda a quienes fueron víctimas del terrorismo de Estado, pero también representa la vida que continúa.

Este espacio nació con la plantación de tres especies nativas en homenaje a miembros de nuestra comunidad académica desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar: Omar Masera Pincolini, Elsa Becerra Issa y Rubén Arias —conocé más al final de esta página—. Desde entonces, este terreno se convirtió en un símbolo vivo de memoria y justicia –un lugar de encuentro, reflexión y compromiso.

El Espacio de Flora Nativa por la Memoria, la Verdad y la Justicia asume el deber institucional de mantener viva la memoria. No es una intervención simbólica momentánea, sino un compromiso sostenido: cada paso por esos jardines nos recuerda a Omar, Elsa y Rubén, sus historias y sus ausencias pero también su presencia en nuestra identidad colectiva.

En 2025, en el Día Internacional de los Derechos Humanos, reinauguramos este espacio con la incorporación de un nuevo elemento simbólico y artístico: un mural conmemorativo seleccionado a través de un concurso público de nuestra universidad articulado con la Facultad de Artes y Diseño. La creación, la interpretación y el diálogo que articula la memoria, los derechos, la historia, la ciencia, la comunidad y el territorio a través del arte, resignifica lo vivido y refuerza nuestro compromiso con la verdad, la justicia y la vida universitaria democrática.

Este rincón de la Facultad ya no es un recordatorio pasivo: es un lugar de encuentro, de paso, de reflexión. Es también una invitación a renovar la memoria, cultivar el compromiso ético y profundizar la idea de los derechos humanos en cada práctica profesional, social y académica.

imagen Espacio de Flora Nativa por la Memoria, la Verdad y la Justicia

Espacio de Flora Nativa por la Memoria, la Verdad y la Justicia

Desaparecidos en Dictadura

Información relacionada a las personas que pertenecían a la comunidad de la FCA y que desaparecieron en manos de los militares durante la última dictadura cívico-militar.

Omar Masera Pincolini

Omar nació el 17 de diciembre de 1935 en Mendoza. Estudió Ingeniería Agronómica en la UNCUYO. Ya recibido, trabajó como profesor adjunto de la Cátedra de Fruticultura de la Facultad de Ciencias Agrarias.

Masera Pincolini era un hombre muy querido. Lo recuerdan con cariño estudiantes y docentes, sus colegas, de la Universidad Nacional de Cuyo. Vivía con su esposa y tres hijos en La Casita, en una finca familiar de Chacras de Coria.

Se identificó con el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, que en Mendoza se enfrentó al poder conservador de la Iglesia Católica local.

El 12 de enero de 1977 fue secuestrado a los 41 años junto a su suegro en Mendoza, trasladado y desaparecido por un grupo de tareas de la ESMA a cargo del Almirante Emilio Massera.

Elsa del Carmen Becerra

Elsa nació en San Juan, el 2 de diciembre de 1953. Allí cursó tanto la escuela primaria como la secundaria. Decidió hacer los estudios superiores en Mendoza, cursaba Ingeniería Agronómica en la Universidad Nacional de Cuyo.

Por su idiosincrasia cuyana, ya ejercía la docencia en temas relacionados a la vitivinicultura. Cuenta su hermana: “Le gustaba la música, organizar encuentros, bailes y guitarreadas con estudiantes, trabajadores o campesinos, con quienes hacía trueque de saberes y otras necesidades humanas. Muchas veces integraba las cuadrillas de cosechadores con quienes compartía su militancia. Además, fue una pionera ecologista: amaba la naturaleza”.

El 26 de enero de 1978 fue secuestrada a los 24 años en Capital Federal, mientras estaba en un domicilio temporal, huyendo de la represión. Su hermano, Jorge, ya estaba preso por razones políticas. “Elsi” continúa desaparecida, Jorge sobrevivió. Su madre, Beba, fue referente y fundadora de Madres de Plaza de Mayo en Mendoza (AUDIENCIA 63).

Si bien a Elsa la detuvieron en Capital, también se ha hablado sobre ella en juicios de Mendoza, porque fue víctima del Operativo Escoba, realizado contra el Partido Comunista Marxista Leninista, PCML, por el cual se han realizado diversos homenajes como el de "Baldosas por la Memoria".

Rubén Rolando Arias Montivero

Rubén “Yuyo” Arias , nació en Mendoza el 11 de noviembre de 1946. Cursó la escuela secundaria en el Liceo Agrícola para luego estudiar Ingeniería Agronómica en nuestra Facultad.

Luego de casarse, comenzó a trabajar en la Dirección General Impositiva Regional Mendoza. En 1972 pide el traslado a la regional de Tucumán donde siguió trabajando hasta el día anterior al allanamiento de su domicilio. El 07 de Julio de 1976, a sus 29 años, es secuestrado y asesinado, junto a su esposa Rosa Becerra, también integrante de nuestra Universidad, en Banda del Río Salí, Cruz Alta, Tucumán. Tenían un bebé de 11 meses.

Rubén era militante montonero. De su época juvenil llena de sueños y aventuras, su amigo Mario Cocolo cuenta: “Una vez nos sentamos a conversar y dijimos ¿por qué no nos vamos a Chile? Y bueno, programamos el viaje en el año 1964. En esa época nadie iba a Chile, era muy difícil. Y nos fuimos. Como no había tránsito hasta Las Cuevas prácticamente caminamos todo el tiempo. Cruzamos el túnel –cruzaban autos y el tren por el mismo túnel- caminando con toda la oscuridad y se nos apagó la linterna por la humedad, así que fuimos como ciegos tocando la vía. Era un flaco divino, macanudo, gracioso, simpático y buen amigo”.