Una de las historias que le habrían dado vida a la celebración se remonta a la segunda etapa de la Revolución Industrial, en el siglo XIX, cuando Christopher Sholes inventó la máquina de escribir, en 1873. Cuenta esa historia que Lilian, la hija de Sholes, probó la creación de su padre, convirtiéndose así en la primera mujer dactilógrafa.
Un siglo más tarde, y en homenaje al invento de Shloes, los fabricantes de las máquinas de escribir celebraron la fecha y planearon concursos para destacar a la mejor dactilógrafa. Ese festejo se repitió cada año hasta lograr que la fecha fuera fijada como el Día de la Secretaria, aunque cada país optó por hacerlo en diferentes días.