Hoy, 28 de septiembre, celebramos con emoción y gratitud el aniversario de un sueño que germinó hace 153 años, cuando en 1870, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, se promulgó la Ley 432, la semilla que dio origen al Departamento Nacional de Agricultura. Un proyecto que no solo quedó en palabras, sino que se arraigó en la tierra mendocina con la visión de establecer una Escuela Nacional de Agricultura, conocida como la Quinta Agronómica.
Imaginemos aquel septiembre de 1870, donde el presidente Sarmiento, ese gran visionario y defensor de la educación, proyectó en Mendoza un espacio donde el conocimiento y la tierra se entrelazaran para formar las bases de un futuro agrícola brillante. En ese momento, nacía la a Escuela Nacional de Agricultura, hogar de saberes y cultivos, destinado a ser la cuna de la agricultura moderna en nuestra región.
Con el paso de los años, la Quinta no sólo se consolidó como un centro de enseñanza sino como un símbolo de perseverancia ante los desafíos repleto de historia. Nos remontamos así a 1953 y recordamos a Michel Aimé Pouget, un apasionado francés que trajo consigo no solo plantas y semillas, sino la pasión por la tierra, siendo el primer director de la Quinta que sentó las bases para la posterior creación de la Escuela Nacional de Agricultura, la Quinta Normal de Agricultura de Mendoza. Aquella, fue el primer resultado de las propuestas de Sarmiento en la década del 50.
En la Quinta Normal, se sembraron no solo cultivos, sino conocimientos pioneros. Pouget, un verdadero hacedor de historia, introdujo técnicas revolucionarias, marcando el camino para generaciones futuras de agricultores y viticultores. Y aunque las presiones políticas y los vaivenes de la historia llevaron a su renuncia en 1858, su legado continuó arraigado en la esencia misma de la Quinta.
Ya creada la Escuela Nacional de Agricultura en 1970, no podemos dejar de mencionar el momento crucial en 1873, cuando encontró su hogar en el actual Centro Cívico. Un terreno que no solo era físico, sino simbólico, destinado a ser el epicentro de la educación agrícola en Mendoza.
Sarmiento, incansable en su visión educativa, plantó la semilla que, con el tiempo, se convirtió en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo. La Quinta Agronómica se transformó, pero su esencia, su espíritu de aprendizaje arraigado en la tierra, persiste en cada rincón de la Facultad.
Hoy, al conmemorar esos 153 años, honramos a aquellos pioneros que labraron el camino, a los profesores que iluminaron mentes, y a los estudiantes que, con sus sueños, continuaron el legado. La Quinta Agronómica no es solo un lugar; es un corazón que late con la pasión por la tierra y el deseo de aprender.
En este aniversario, recordemos y celebremos cada brote de conocimiento, cada cosecha de logros y cada raíz que se hunde en el suelo mendocino. ¡Que la Quinta Agronómica siga siendo un faro de inspiración para las generaciones venideras!