El también llamado Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2 fue declarado en 1997, en la Convención Marco de la Organización de las Naciones Unidas, con el propósito de enfatizar el grave escenario que atraviesa la tierra e impulsar la acción colectiva para dar respuesta al cambio climático.
El incremento de las temperaturas sobre la superficie del globo terrestre se ve acelerado a raíz de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) originadas por la actividad humana. Es por esto que en este día, es sumamente importante que nos replanteemos y fomentemos las acciones que otorgan beneficios al cuidado ambiental.
El CO2 no es el único gas de efecto invernadero que contribuye a la problemática. Además existen otros gases que son mucho más nocivos referentes al problema, como el metano. Pero si bien el primero es menos dañino, es también el que se emite en una cantidad mucho mayor hacia la atmósfera, y en consecuencia el que genera una situación más alarmante.
Igualmente, esta fecha es relevante para atender al progreso de políticas destinadas a disminuir las emisiones de CO2, lo que es imprescindible para alcanzar las metas que plantea la lucha contra el calentamiento global, donde es preciso que exista una responsabilidad de los países desarrollados respecto al suministro de recursos técnicos y económicos referentes a la crisis ambiental en la que estamos inmersos.
La necesidad de ajustar el aporte personal
Es notorio y alarmante que las medidas tomadas en los últimos años no han logrado detener el problema. Aunque cada acción contribuye a una mejoría, estas acciones no resultan suficientes. Por esto, desde la Facultad de Ciencias Agrarias, rogamos que se reconsideren los aportes individuales en cuanto a la temática.
Si bien es una realidad que grandes actividades industriales realizan un preocupante y negativo aporte al problema a través de la desforestación indiscriminada de bosques y selvas en detrimento de la flora y fauna vitales para el equilibrio del ecosistema, así como también la quema de combustibles fósiles, el uso excesivo de fertilizantes y la continua producción de residuos nocivos para el entorno natural, el aporte personal resulta indispensable cuando se dimensiona que en conjunto, los seres humanos realizamos una perjudicial contribución al problema en nuestro día a día.
A pesar de que como personas individualmente no aparente que la solución sea posible, un cambio colectivo generaría un impacto beneficioso a la problemática de gran magnitud. Existen diversas acciones cotidianas que se pueden corregir para mejorar nuestro aporte, como disminuir el consumo eléctrico del hogar, plantar un árbol, o ahorrar en el consumo de gas para la calefacción.
Así mismo, evitar utilizar el automóvil sería una gran contribución, debido a que basta con observar las calles repletas de los mismos para dimensionar la cantidad de gases que generamos. Por supuesto que a la hora de recorrer grandes trayectos, el auto quizás sea necesario, pero si se realizan las compras cuando se vuelve del trabajo, estaríamos ahorrando un viaje, así como reconsiderar la opción de compartir el vehículo con otra persona que se dirija al mismo destino reduciría el problema a la mitad, evitando que se utilice un auto por persona.
Por otro lado, un cambio de hábito de nuestro día a día que podemos implementar es disminuir el consumo de carne, ya que únicamente la ganadería genera tantos gases de efecto invernadero equivalente al emitido por todo el transporte mundial. Esto sucede a causa de la materia fecal y al gas metano relacionado a dicha producción. Esto, sin contar los daños causados por la deforestación para obtener grandes extensiones de tierra para sembrar el alimento vacuno.
Por último, existen otras actividades personales que pueden ser clave para erradicar el calentamiento global que tienen que ver con decisiones de consumo para con las grandes industrias y nuestro apoyo a dirigentes políticos.
Exigir a los representantes a los que brindamos el voto que incluyan en su agenda el cuidado del medio ambiente resulta beneficioso para que se realicen cambios legislativos o estructurales a favor de las tecnologías renovables. Así también, elegir productos electrónicos que garanticen un menor consumo energético, hará que las empresas se replanteen adoptar medidas que se acomoden más a sus consumidores.
La crisis
Han pasado 50 años desde que la ONU declaró al 28 de enero como el Día Mundial de la Acción Frente al Calentamiento Terrestre, y en esas cinco décadas no hemos reducido la problemática, sino que la situación se ha agravado de formas cada vez más veloces. Ni siquiera el confinamiento causado por el Covid-19 generó una reducción significativa del CO2 generado.
Debido a la situación, ha disminuido drásticamente el uso del término “cambio climático”, y ha sido reemplazado por “crisis climática”. Para estas alturas, ya no alcanza con disminuir tímidamente y poco a poco la emisión de gases que dañan la atmósfera. Es hora de acelerar la solución con excesiva rigurosidad.